miércoles, 7 de septiembre de 2011

“Lo de Vadala”

Era enero. Tenía un colchón de goma espuma sobre la alfombra, el forro de tela sintética irritaba mi espalda transpirada.
Con los últimos soles de la tarde y el ventilador de techo a full, miraba en el televisor a un imitador de la Mona Jiménez. Medio bajoneado porque era sábado y al día siguiente trabajaba desde temprano, decidí inmolarme fumándome unas tucas que milagrosamente había encontrado…Dios aprieta pero no ahorca.
Arme un cigarrillo que adentro tenía una serie de tucas en hilera, era un porro deforme teñido por la resina del quemado, parecía un pescado muerto.
-Esto no pega-.
El zapping era terrible, tres canales…calor.
-Me voy hacer un homenaje-. Fui a comprar un sanguche de vacío y una cerveza, ¡a lo grande!
Cuando caminaba para el restaurante parrilla “Lo de Vadala” empecé a pensar seriamente en jugar al quini y ganar.
Pensaba en como festejaría con mis amigos; una cena tipo banquete: patas de jabalí como las de Asterix y Obelix, mesas dulces, chicas, si era necesario pagas (claro que sin decir nada). Incluso pensé en hacerles una joda y que dos de ellas se maten.
Me sorprendió que me atendiera “Vadala” en persona. Normalmente te daba el vuelto y te despedía con un “recomendamos”.
Le había faltado el parrillero, así que en cueros (nivel peludo: oso) con un delantal medio mugre, y con una gorrita blanca para la higiene, me hizo el sanguche mas grotesco que vi en mi vida, gigante, generoso, le había puesto como medio kilo de carne. Me ofreció salsa criolla dándome el chimichurri, no tenia ni idea de lo que estaba haciendo, estaba nervioso, me di cuenta por como transpiraba.
Cuando me dijo el precio note que hacia mucho tiempo que tenía las manos en tensión; en la mano izquierda estaba apretando las llaves, deje lo que tenia en la otra mano sobre el mostrador, saque la billetera del bolsillo y pague. Guarde el vuelto, agarre la bolsita camiseta blanca con el medio kilo de carne entre dos panes mal cortados, y arranque para irme, pero antes de llegar a manotear el pomo de la puerta, Vadala me chista y me dice -Pibe, te olvidas el control remoto-.

1 comentario:

  1. Para mí que con el control remoto señalabas las cosas que querías comprar, los precios, lo usabas efectivamente. Y después te dabas cuenta que lo tenías en la mano. También, creo recordar, que la que dejabas todas las cosas sobre el mostrador, aparecía una tuquera y algo más. En fin, las anécdotas están buenas y van garpando.

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