miércoles, 17 de marzo de 2010

El funeral

Me separe el primero, me case el diecinueve y se fue el treinta y uno, tuve un mes movidito.

La casa sin algunos muebles luce muy diferente hay mucho espacio, mi soledad es olímpica, el teléfono no suena ni social y laboralmente.

Me replanteo mis amistades llamo al novecientos once, nadie me atiende, mierda.

Mi gato ya esta viejo pero lo siento mas que nunca parte de mi y yo me siento parte de el, a veces pienso que voy a hacer cuando no este, la despedida, el funeral, quisiera hacerle una pira funeraria, tendría que buscar un lugar apropiado, pensé en los lagos de Palermo y vi una secuencia que me arranco una sonrisa en pleno lagrimeo auto inflingido, me vi parado al lado de una fogata con un gato en medio del fuego, con dos travestís que se acercan a curiosear y no me dejan hacer una despedía apropiada a mi roomate a mi alter ego, el olor a carne al fuego atre dos cirujas que ya que pasan solidariamente sus cajas con vino, como parte de la ceremonia de despedida, al pricipio me da asco pero el alcohol todo lo mata, yo comparto las botellitas de whiskie de mi bolsillo y las paso en el grupo de apoyo improvisado, mientras que uno de los traba me abraza honestamente y da consuelo en mi luto, cae la cana resulta que uno de los traba tiene merca, yo un porro, apagan la fogata con un matafuego, Omar queda con medio cuerpo calcinado sin pelo.

La muerte es patética, mientras nos esposan y suben a un patrullero veo pasar dos perros tironeando de lo que queda de mi alterego y amigo, Ext . Por suerte lo tengo en mi falda lamiéndose y rascándose, voy a optar por un funeral vikingo aunque el tema del bote va a ser un quibombo, yo lo único que espero que no termine en una bolsada en el camión residuos.